Presumía ayer de que volver a mis cartones sería la cosa mas natural del mundo.
¡Que ingenuidad la mía! ¡que candor e inocencia!
Me rio con ironía de mis falsas expectativas.
Pues bien, arrogante y segura como un pavo real me senté, traté de ordenar los cartones empezados que estaban sobre la mesa, papeles, fotos, cachivaches...
Poco a poco me fui sintiendo fuera de lugar, torpe, solo apta para deshacerme del material que tenía entre mis manos.
Insistí sin éxito, mi incapacidad aumentaba a medida que lo intentaba.
Me levanté y me puse a ver una película.
Han pasado 24 horas y ahora sé que el primer paso para volver al intento es organizar un cesto grande en el que pondré una bolsa de basura gigante y en ella depositaré todo lo que no se adapte a mi estado anímico actual.
Solo vaciando la mesa podré encontrar la inspiración perdida.
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