jueves, 12 de julio de 2018

Yo con diez y ocho años. Collage
















La vide de un artista y su proceso creativo son inseparables.
Siempre.
Hablo por experiencia propia y ajena.
Llevo suficiente tiempo en este planeta y en este oficio como para haber aprendido a rendirme, a no ofrecer resistencia, a aceptar lo que viene porque yo voy detrás de la vida: ella lleva las riendas y aunque aparentemente yo soy la que toma las decisiones, lo hago por necesidad, movida por un impulso que no me pertenece.
Algo o alguien superior decide por mi y mi tarea es sencilla:
escuchar a mi corazón y estar atenta a los signos que aparecen en mi camino, reconocer las señales, obedecer, no entrometerme, no inventar nada, ser humide y saber de antemano que lo que viene es perfecto para mi.

No voy a decir que sea fácil, nunca lo ha sido y me sigue costando.
Creer está bien, pero saber es mucho mejor y yo sé que todo lo que me llega es perfecto para mi, para mi aprendizaje y crecimiento.

No solo me refiero al terreno del arte sino a todo el espectro de mi vida porque mi trabajo y mi vida están intimamente conectados.










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